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Sobre esta pieza

No es de extrañar que Camille Saint-Saëns encontrara tan agradable el medio del concierto y la obra en solitario: su talento musical pro-digioso estaba constituido en gran parte por el tipo de extroversión y deslumbramiento del que dependen tales obras. Su don para las melodías y la línea elegante, su talento para la orquestación - en total, su superioridad artesanal - eran ideales para música en la que no se exigía profundidad.

La presente obra, escrita en 1863 y dedicada al gran violinista español, Pablo de Sarasate, opera atractivamente en dos de los niveles ideales del compositor: en la lenta Introducción, el violín canta una melodía encantadora y quejumbrosa cuya falta de pasión dice mucho sobre la fresca y elegante expresividad de Saint-Saëns; en el Rondo Capriccioso, el toque, el virtuosismo y el canto se combinan de la manera más efectiva.

- Orrin Howard