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Sobre esta pieza

Valse triste se originó como la first de seis números que Sibelius compuso como música incidental para la obra Kuolema (Muerte) de su cuñado, Arvid Järnefelt. La trama gira en torno a la negación de la muerte por parte de la protagonista, Paavali, cuya madre moribunda le dice que acaba de soñar con asistir a un baile. Cuando el hijo se duerme, la Muerte entra y la madre baila con él, pensando que es su difunto marido. El hijo despierta a find su muerte.

En su estreno, el 2 de diciembre de 1903, en el nuevo Teatro Nacional de Helsinki, las seis piezas de Kuolema estaban escritas para cuerdas, con bombo añadido para la quinta y campanas de iglesia al final de la sexta. En 1904, Sibelius revisó Valse triste, añadiendo una flauta, dos clarinetes, dos trompas y timbales a la orquestación. Según su biógrafo Harold Johnson, Sibelius vendió entonces esta versión orquestal y un arreglo para piano a su editor finlandés, Fazer & Westerlund, por 200 marcos. Al año siguiente, la editorial vendió sus derechos de Sibelius a Breitkopf & Härtel, que inmediatamente publicó Valse triste en todo tipo de arreglos, desde banda militar hasta flauta solista. Si el incauto compositor hubiera conservado los derechos de autor, sus años de pobreza y deudas habrían desaparecido para siempre.

Valse triste fascina al oído que escucha por sus muchos esfuerzos para eludir la resolución. Aunque se establece en la tonalidad de sol mayor, la progresiva melodía cromática comienza en fa menor aguda, y luego se desliza por debajo de la nota clave a través de la estratagema de una armonía inestable. Aunque cadencia momentáneamente en Sol, se mueve hacia arriba durante su repetición para asentarse en la tonalidad de La bemol mayor. Los dispositivos de retardo en el ritmo también desdibujan el medidor para producir el efecto de un vals de vacilación.

Dos temas subsidiarios - un episodio de arco iris en las cuerdas y una melodía de viento de madera - traen un falso sentido de alegría, pero ambos se completan con frases fatídicas del tema del vals de apertura. El espeluznante vals vuelve a desplazar gradualmente a los otros temas, llevando a un clímax dramático de truenos sibelianos en el timbal y en las cuerdas inferiores, hasta que la melodía se desvanece en una fantasmal cadencia de sol menor para cuarteto de cuerdas en solitario.

-Carl Cunningham