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Duración: 10 minutos

Orquestación: 3 flautas (3ª=piccolo), 2 oboes, corno inglés, 2 clarinetes, clarinete bajo, 2 fagotes, contrafagot, 4 trompas, 3 trompetas, 3 trombones, tuba, timbales, caja, xilófono, campanas, bombo, platillos, bloque de madera, claves, guiro, maracas, bongos y cuerdas.

Sobre esta pieza

George Gershwin (1898-1937), el de los éxitos de canciones pasadas de moda y los espectáculos musicales de éxito, tenía en mente mejorar. Con Rhapsody in Blue, el Concierto en Fa, la Rapsodia nº 2 y Un americano en París en su haber, buscó cubrirse las espaldas en cuanto a la habilidad técnica que sabía que le faltaba en su arsenal creativo. Así llegó Joseph Schillinger. Nacido y formado en Rusia, Schillinger emigró a América en 1928, estableciéndose en Nueva York como profesor de música, matemáticas e historia del arte, pero sobre todo de su propio sistema de composición basado en rígidos principios matemáticos. A Gershwin le recomendaron que estudiara con Schillinger y, decidido a mejorar su orquestación y contrapunto, se puso en sus manos desde 1932 hasta 1936, cuando se marchó a California y al cine.

El Sistema de Schillinger era fuerte en técnica pero débil en originalidad. Claramente un buen trato para Gershwin, que carecía de la técnica pero era abrumadoramente original. Las lecciones se hicieron en papel milimetrado con títulos como "Grupos rítmicos resultantes de la interferencia de varias periodicidades sincronizadas" y "Grupos con el fraccionamiento alrededor del eje de la simetría". (Es un testamento al genio de Gershwin que tal plan de estudios no mató su inspiración.) De hecho Schillinger contaba con muchos músicos exitosos entre sus estudiantes, además de Gershwin, estaban Tommy Dorsey, Vernon Duke, Benny Goodman, y Oscar Levant. Y siguieron siendo exitosos incluso AS, después de Schillinger.

La primera obra que Gershwin compuso bajo la influencia de Schillinger fue la Obertura Cubana, cuyo título inicial era Rumba. Como Rumba, se estrenó en agosto de 1932 en el primer concierto íntegramente de Gershwin en el Lewisohn Stadium de Nueva York ante una multitud de 18.000 personas, de las que 5.000 no pudieron asistir. "Fue", dijo Gershwin más tarde, "la noche más emocionante que he tenido nunca".

Gershwin preparó un breve análisis de Rumba, en el que decía: "La composición se inspiró en una breve visita a La Habana... y me esforcé por combinar los ritmos cubanos con mi material temático original. El resultado es una obertura sinfónica que encarna la esencia del baile cubano". En la portada indicaba que los intérpretes de los cuatro instrumentos cubanos -claves, maracas, guiro y bongos- debían colocarse justo delante del atril de director de orquesta.

Si Gershwin hubiera vivido más de los 38 años que le fueron asignados, la Obertura Cubana podría haberse convertido en una señal en el camino hacia un estilo compositivo muy avanzado. La pieza es a la vez característica de Gershwin y Gershwin en tránsito. Nadie que la escuche pondrá en duda quién es el autor, pero es evidente que las huellas familiares, los ritmos contagiosos, esta vez rumba, y los distintivos acordes melódicos de blues están guiados por una mano considerablemente más sofisticada y culta que la que había grabado las primeras obras sinfónico-jazzísticas.

- Notas de programa por Orrin Howard